Desde hace más de doscientos años existe la costumbre de llevar flores y plantas frescas a los hospitales de todo el mundo. Un toque de color y frescura que anima e ilumina las habitaciones de los pobres enfermos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte (sobre todo en los últimos 20 años) se ha extendido la creencia de que las flores perjudican la salud de los ingresados. Sobre todo en dos puntos concretos: que el agua de los recipientes albergan bacterias perjudiciales y que las flores y las plantas restan oxígeno a los pacientes mientras duermen.
Desde el Imperial College de Londres, en colaboración con los hospitales Royal Brompton y el Chelsea & Westminster se ha realizado un completo estudio encaminado a descubrir la veracidad de estas afirmaciones y los resultados no dejan lugar a la duda.
Respecto al posible foco infeccioso que podría resultar ser el agua de los floreros, se ha llegado a la conclusión de que no tienen más riesgos de albergar bacterias peligrosas para la salud que las vajillas, bebidas o alimentos que se depositan dentro de la habitación del enfermo. Incluso el Departamento de Salud Británico reconoció en un comunicado que no se conoce ningún caso de infección asociado a las plantas dentro de ningún hospital británico.
En lo concerniente al “robo” del oxígeno de los pacientes por parte de las flores, el estudio aun es más contundente: el oxígeno que consumen es tan insignificante que ni tan siquiera se puede llegar a medir.
Este rechazo frontal a las flores en los hospitales habría que buscarlos en otras causas mucho menos científicas: el trabajo que ocasiona al personal sanitario el tener que cambiar el agua de los maceteros, tirar a la basura las flores muertas o limpiar los desperfectos que ocasiona una accidental caída al suelo del recipiente.
En cambio, lo que si está demostrado son los beneficios que las flores y plantas producen: los enfermos que cuentan con ellas en sus habitaciones toman menos analgésicos tras una intervención, tienen menor presión arterial y experimentan menor ansiedad y fatiga que los que se recuperan en salas sin decoración floral.
Ya sabes: al hospital se pueden llevar flores. Es una costumbre social y cultural muy importante. Pero, eso si, tenemos que tener consideración por los demás pacientes y por el personal sanitario. Tampoco nos pasemos con ramos de flores tan grandes que dificulten el trabajo habitual de los médicos y enfermeros.
Lo más recomendable son los arreglos con flores pequeñas, con el menor líquido que sea posible. Es preferible que estén dispuestas en la espuma de floristería en lugar de un jarrón de cristal que podría volcarse. Las flores no deben ser muy perfumadas para evitar molestar a otros pacientes y no deben tener una gran cantidad de polen (los lirios y los geranios no son aconsejables). Las mejores son las que tienen forma de trompeta ya que tienden a extender menos el polen y las rosas que también tienen menos probabilidades de causar alergias.
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