Reciclar empezando por los pies

Tengo un amigo al que, como a mí, nos gusta hacer cálculos de lo más extravagantes. Concretamente, la última divagación trató sobre zapatos. Nos preguntamos cuantos zapatos se podrían consumir anualmente en España. Al final, llegamos a la conclusión que entre zapatos, zapatillas, sandalias, chanclas, etc. cada español podría consumir entre cuatro o cinco pares al año… como mínimo. Eso también significa que, anualmente, tiramos a la basura la misma cantidad de calzado. Aproximadamente ¡200 millones de pares de zapatos! llenan nuestros vertederos cada año.

Si tenemos el cuidado de tirarlos en los contenedores adecuados conseguiremos que se puedan reciclar en su mayor parte, pero algunos de los elementos que componen nuestros zapatos son imposibles ni de reutilizar ni de reciclar.

Pues bien, nos hemos encontrado con alguien que ya había pensado con el problema que hemos expuesto: “ecozap” se llama la empresa.
Como su nombre indica, se dedican a la fabricación de zapatos ecológicos. En su fabricación emplean algodón biológico, lino, caucho, microfibra biodegradable, corcho, yute e, incluso, rueda de coche reciclada. Y cuando emplean la piel, no utilizan tratamientos químicos para curtirla, sino taninos vegetales de encina, quebracho o alcornoque.

Según nos indican, son totalmente transpirables y evitan la aparición de juanetes y otros problemas asociados a la utilización de calzado inadecuado. Asimismo, son ideales para personas alérgicas al cromo, plomo o pegamentos, ya que en su fabricación no se utilizan estos elementos.
También nos dicen que se fabrican en España y de forma tradicional, salvo un tipo de sandalias que se producen en Etiopía mediante comercio justo.

Incluso cuando pensamos “para los pies” (no “con los pies”, que no es lo mismo), hay que sopesar las consecuencias que nuestras compras causarán en el medio ambiente a la hora de deshacernos de ellos.
Cualquier detalle ayuda, no lo olvidéis.