El otro día estuve presente en una conversación entre dos amigos. Unos de ellos le decía al otro que en su casa todo se reciclaba, a lo que el otro le preguntaba, con cierta sorna, cual era la segunda vida útil de los botes de cerveza que se bebían cuando había partido de fútbol.
Es una costumbre muy arraigada decir que reciclamos cuando en realidad lo que normalmente hacemos en nuestras casas es separar las basuras para que después los organismos encargados los puedan reciclar.
Es una costumbre muy arraigada decir que reciclamos cuando en realidad lo que normalmente hacemos en nuestras casas es separar las basuras para que después los organismos encargados los puedan reciclar.
Reciclar es darle una segunda utilidad a un objeto que ya no nos sirve y que pensamos deshacernos de él. Tengo vecinas que reutilizan las botellas de cola de dos litros para llenarlas con el jabón que ellas mismas fabrican a partir de aceite usado (o sea dos reciclajes a la vez), otras que trituran los restos de comida y pieles de verdura y fruta para conseguir abono para las plantas o pienso para animales de corral, otro que hace maquetas con restos de embalajes: corchos, plástico de burbujas, cartones, cuerdas... e incluso un familiar que recoge muebles viejos para restaurarlos o para modificarlos completamente, tanto por su aspecto como por su utilidad final. La cuestión es intentar tirar menos cosas a la basura. Con ello cuidaremos más el medio ambiente y, a la vez, reduciremos los recursos energéticos que se necesitan para crear objetos nuevos.
Buen ejemplo de todo esto que estamos comentando lo tenemos en Madrid. Allí un grupo de muchachos (algunos no tanto) se han juntado en una asociación que tiene como objetivo recuperar y reutilizar muchos de los objetos que todos tiramos a la basura. Es por ello que se llaman “Basurama” y su proyecto “taller Spermöla”.
Su “modus operandi” es sencillo. Aprovechan el calendario de recogida de muebles por parte del ayuntamiento, que cada noche se centra en un barrio, para ir recorriendo las calles en busca de “trastos” que puedan recuperarse. Todo lo que les parece que se puede aprovechar lo recogen en furgonetas y se lo llevan al antiguo matadero de Legazpi, en donde se transformarán algunos objetos y servirá de sede para el intercambio. Cualquiera puede acercarse los miércoles por el matadero a partir de las siete de la tarde para llevar objetos de los que quiera deshacerse e intercambiarlos por otros que encuentre allí. Es una auténtica plataforma de intercambio.
También pueden acudir personas con bajos ingresos para conseguir muebles o electrodomésticos (que en muchas ocasiones funcionan perfectamente) de “segunda mano” que, de otra forma, no podrían comprar.
Y no es la única asociación. En Barcelona está “Desbasurament” y en la red podemos encontrar la web nolotiro.com en donde puedes ofrecer todo aquello que te sobre en casa por si a alguien le interesa quedárselo.
Existen miles de posibilidades para la reutilización y el reciclaje. Cuéntanos tus ideas. Escríbenos.
Y no es la única asociación. En Barcelona está “Desbasurament” y en la red podemos encontrar la web nolotiro.com en donde puedes ofrecer todo aquello que te sobre en casa por si a alguien le interesa quedárselo.
Existen miles de posibilidades para la reutilización y el reciclaje. Cuéntanos tus ideas. Escríbenos.
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