Llegas a casa, descargas todo lo comprado en el supermercado y le echas un vistazo a la cuenta que has pagado: ¿Cuántas veces te has enfadado al comprobar que has comprado mucho más de lo que tenías previsto? Muchas, seguro.
Según los expertos, el 55% de los productos que adquirimos en un supermercado los elegimos en el momento de la compra. Es decir, la mayoría de ellos los adquirimos por impulso y eso, la mayoría de las veces es un sinónimo de malgastar. Y no están los tiempos para eso.
No toda la culpa es nuestra; los supermercados también ayudan. ¿Cómo? Pues colocándonos “trampas” a cada paso que damos pos sus pasillos para incitarnos a meter más y más cosas en nuestros carritos. Aquí os dejo algunas de las artimañas que emplean; si las reconocemos y sabemos evitarlas, ahorraremos mucho dinero.
- Carritos de la compra. Son muy grandes y no es por casualidad; invitan a llenarlos. Si puedes, coge una cesta más pequeña en la que sea difícil colocar las cosas. Además, los carros grandes suelen desviarse ligeramente a la izquierda. No es casualidad ya que de esta forma queda libre la mano derecha para ir cogiendo productos. Y como la mayoría de la población es diestra… Ya sabes, acostúmbrate a cogerlo todo sólo con la mano izquierda.
- Olores. Los hornos de pan suelen estar a la entrada. De esta forma, consiguen que nuestro olfato actúe y nos entre hambre. Cuanta más hambre tengamos, más compraremos. Incluso hay supermercados que al carecer de horno, emplean fragancias artificiales que distribuyen por toda su superficie a través del aire acondicionado. Siempre hay que ir bien comidos de casa.
- Zonas calientes y frías. No nos referimos a que en una parte haga más calor que en otras. Zonas calientes se consideran la entrada o el pasillo central, lugares por los que pasan todos los clientes. Allí colocarán siempre productos de poco éxito para que los vea más gente. ¿Adivinas donde colocan los productos de primera necesidad? Efectivamente, en el último rincón de la tienda para que al buscarlos recorramos todo el supermercado. Mira siempre al frente mientras camines por el pasillo central.
- Alturas en los estantes. Las marcas más caras siempre están a la altura de nuestros ojos (y de nuestra mano, claro). Para encontrar los artículos más baratos te tendrás que agachar o poner de puntillas. Bueno, el ejercicio será recompensado económicamente.
- Música. ¿Te has preguntado alguna vez porque en ocasiones la música que suena en las grandes superficies es lenta y en otras muy rápida? Pues es cuestión de espacio: si el supermercado se encuentra a rebosar de gente, la música que sonará será rápida para que los clientes aceleren con sus compras; en cambio, si el local está medio vacío, la música será tranquila para que el comprador se encuentre a gusto, permanezca más tiempo y como consecuencia, compre más.
- Precios psicológicos. Los precios nunca son redondos, siempre faltan unos céntimos para llegar a la unidad. Con esta medida nos hacen creer que son más económicos y, de paso, dificultan las comparaciones y el que podamos calcular fácilmente el precio por unidad en caso de comprar un pack. Lo normal es que acaben en 5, 7 ó 9 ya que son los números que más atraen al comprador. Lo mejor es que mentalmente redondeemos al alza los precios para darnos cuenta de si un artículo es caro o barato.
- Múltiples paradas. Cualquier supermercado está lleno de “trampas”. Nos referimos a pasillos estrechos, cuellos de botella, estantes en medio de pasillos... Con ello se consigue que vayamos parando con nuestro carro y nos fijemos en los productos que tenemos alrededor. Cuantas más paradas, más compras. Al igual que hemos dicho antes con los pasillos, siempre la vista al frente y si es necesario, cierra los ojos.
- Productos desordenados. No; no es que se les hayan caído los botes de leche o los sacos de patatas al suelo. Si están desordenados o mal apilados es porque nuestra mente asocia el desorden con productos baratos.
- Productos estrella. Son aquellos productos que dan prestigio a un supermercado, aquellos que los clientes asocian a algo valioso y deseable y que se compra más por la imagen que por el producto. Los reconocerás porque están en los mejores sitios de los supermercados y tienen decoración o luces especiales a su alrededor.
- La luz. ¿A que las verduras parecen más frescas en el supermercado que al llegar a casa? La culpa la tiene la luz, ya que en las secciones de productos perecederos se juega con ella de forma simple: utilizan luces fluorescentes. Lo mejor para evitar sorpresas es que te fijes siempre en la fecha de caducidad.
Los supermercados nos lo ponen difícil, pero siguiendo estos consejos (y otros que podéis proponernos dejándonos un comentario más abajo) llegaremos a evitar esa molesta sensación de que nos hemos pasado cinco pueblos en la compra semanal.
2 comentarios:
Como hay una gran inflación es importante tener consejos para gastar menos plata en las cosas básicas. Yo suelo alimentarme a través de pedir comida las condes que es muy buena aunque muchas otras veces me toca ir al supermercado y ver los precios
En realidad creo que uno debe comprar lo que le es util; y no por el precio(gastas mas), por la cantidad (caducara), por apetito (engordas),etc.
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